jueves, 29 de enero de 2015

La mayor pesadilla en vida: no sonreír

Para él no era habitual asistir a clase. Sin embargo, después de aquella larga noche, durante la cual se desveló seis veces con el mismo bonito sueño que devenía una pesadilla al despertar, necesitaba salir de casa, aunque fuera a dormirse en un viejo e incómodo pupitre de la universidad de una clase que ni siquiera fuera la suya. Mientras se duchaba, se percató de que no le hacía falta dormirse para ver esas imágenes que tanto le habían hecho sonreír y ahora tanto le herían: bastaba con cerrar los ojos. El manto de agua que había recibido no era capaz de borrar los rasgos de un rostro que emanaba la tristeza de un corazón destrozado. De repente recordó que había olvidado la última vez que había sonreído sinceramente.

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