Es inevitable derramar lágrimas cuando alguien (un familiar, un amigo, una mascota especial) se va físicamente para no volver. Pero también es inevitable recordar a ese alguien, y eso no es malo, sino todo lo contrario; mientras alguien cierre los ojos y siga viendo a ese supuesto alguien, mientras alguien siga soñándole, mientras se siga recordando su voz, su sonrisa, su olor, sus gestos o sus manías, ese alguien seguirá vivo. Dediquemos una sonrisa a todos nuestros seres queridos que nos han dejado muy a su pesar; antes de irse nos han dejado perlas en forma de recuerdos que hacen que debamos sentirnos afortunadísimos de haberlos conocido.
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